Pichincha
27.2.06
21.2.06
Requiem
Tu figura se merece
el mejor poema,
que no puedo darte.
Cae sola,
papá Julio,
mi lágrima en tu homenaje:
transparente, contenida, frágil.
Desde la niña que volvió a nacer
que aprendió lo no aprendido
que olvidó lo olvidable
que sobrevivió a lo trágico,
hasta la mujer que hoy
conserva la sonrisa.
Te debo media vida
y ya no puedo pagarte.
Lily
el mejor poema,
que no puedo darte.
Cae sola,
papá Julio,
mi lágrima en tu homenaje:
transparente, contenida, frágil.
Desde la niña que volvió a nacer
que aprendió lo no aprendido
que olvidó lo olvidable
que sobrevivió a lo trágico,
hasta la mujer que hoy
conserva la sonrisa.
Te debo media vida
y ya no puedo pagarte.
Lily
Se prohíbe mirar el césped
"Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí. Naturalmente."
Alejandra Pizarnik
Publicado en Sur, Bs.As.- 1963 y en "El deseo de la palabra", Ocnos, Barcelona, 1973
16.2.06
15.2.06
13.2.06
LA PELEA
Khalil Gibran
Líbano, 1883-1931
Los dos ermitaños
En una lejana montaña vivían dos ermitaños que rendían culto a Dios y que se amaban uno al otro.
Los dos ermitaños poseían una escudilla de barro que constituía su única posesión.
Un día, un espíritu malo entró en el corazón del ermitaño más viejo, el cual fue a ver al más joven.
-Hace ya mucho tiempo que hemos vivido juntos -le dijo-. Ha llegado la hora de separarnos. Por tanto, dividamos nuestras posesiones.
Al oírlo, el ermitaño más joven se entristeció.
-Hermano mío -dijo-, me causa pesar que tengas que dejarme. Pero si es necesario que te marches, que así sea. Y fue por la escudilla de barro, y se la dio a su compañero, diciéndole
-No podemos repartirla, hermano; que sea para ti.
-No acepto tu caridad -replicó el otro-. No tomaré sino lo que me pertenece. Debemos partirla.
El joven razonó:
-Si rompemos la escudilla, ¿de qué nos servirá a ti o a mí? Si te parece, propongo que la juguemos a suerte.
Lily
Pero el ermitaño persistió en su empeño.
-Sólo tomaré lo que en justicia me corresponde, y no confiaré la escudilla ni mis derechos a la suerte. Debe partirse la escudilla.
El ermitaño más joven, viendo que no salían razones, dijo:
-Está bien: si tal es tu deseo, y si te niegas a aceptar la escudilla, rompámosla y repartámosla.
Y entonces el rostro del ermitaño más viejo se descompuso de ira, y gritó:
-¡Ah, maldito cobarde! no te atreves a pelear, ¿eh?
Lily
Líbano, 1883-1931
Los dos ermitaños
En una lejana montaña vivían dos ermitaños que rendían culto a Dios y que se amaban uno al otro.
Los dos ermitaños poseían una escudilla de barro que constituía su única posesión.
Un día, un espíritu malo entró en el corazón del ermitaño más viejo, el cual fue a ver al más joven.
-Hace ya mucho tiempo que hemos vivido juntos -le dijo-. Ha llegado la hora de separarnos. Por tanto, dividamos nuestras posesiones.
Al oírlo, el ermitaño más joven se entristeció.
-Hermano mío -dijo-, me causa pesar que tengas que dejarme. Pero si es necesario que te marches, que así sea. Y fue por la escudilla de barro, y se la dio a su compañero, diciéndole
-No podemos repartirla, hermano; que sea para ti.
-No acepto tu caridad -replicó el otro-. No tomaré sino lo que me pertenece. Debemos partirla.
El joven razonó:
-Si rompemos la escudilla, ¿de qué nos servirá a ti o a mí? Si te parece, propongo que la juguemos a suerte.
Lily
Pero el ermitaño persistió en su empeño.
-Sólo tomaré lo que en justicia me corresponde, y no confiaré la escudilla ni mis derechos a la suerte. Debe partirse la escudilla.
El ermitaño más joven, viendo que no salían razones, dijo:
-Está bien: si tal es tu deseo, y si te niegas a aceptar la escudilla, rompámosla y repartámosla.
Y entonces el rostro del ermitaño más viejo se descompuso de ira, y gritó:
-¡Ah, maldito cobarde! no te atreves a pelear, ¿eh?
Lily
12.2.06
Vieja Pared

Si te atreves a sorprender la verdad de esta vieja pared,
Si eres capaz de distinguir las borrosas palabras escritas en ella,
Si puedes entender, leerás:
Me muero de risa
ésa es la muerte?
Y me muero de envidia
muerte al fin...
Morirse de miedo
la muerte invade?
Morirse de hambre
es un triste canto, es morir?
Me muero por vos, en silencio
Y así te buscaré eternamente.
luego.....existo.
Y abajo, apenas perceptible, descifrarás
Yo, tu amante, en búsqueda de su imposible lugar de reposo.
lumik