Pichincha

27.4.06

Vuelo sin orillas


Abandoné las sombras, las espesas paredes, los ruidos familiares, la amistad de los libros, el tabaco, las plumas, los secos cielorrasos; para salir volando, desesperadamente.

Abajo: en la penumbra, las amargas cornisas, las calles desoladas, los faroles sonámbulos, las muertas chimeneas los rumores cansados, desesperadamente.

Ya todo era silencio, simuladas catástrofes, grandes charcos de sombra, aguaceros, relámpagos, vagabundos islotes de inestable riberas; pero seguí volando, desesperadamente.

Un resplandor desnudo, una luz calcinante se interpuso en mi ruta, me fascinó de muerte, pero logré evadirme de su letal influjo, para seguir volando, desesperadamente.

Todavía el destino de mundos fenecidos, desorientó mi vuelo -de sideral constancia- con sus vanas parábolas y sus aureolas falsas; pero seguí volando, desesperadamente.

Me oprimía lo flúido, la limpidez maciza, el vacío escarchado, la inaudible distancia, la oquedad insonora, el reposo asfixiante; pero seguía volando, desesperadamente.

Ya no existía nada, la nada estaba ausente; ni oscuridad, ni lumbre, -ni unas manos celestes- ni vida, ni destino, ni misterio, ni muerte; pero seguía volando, desesperadamente.

texto: Oliverio Girondo
imágen: Luis Mikowski

19.4.06

Hombreárbol

LM

10.4.06

Arbolcara con 2 lágrimas.

©Luis Mikowski

9.4.06

Arbolcara



© Luis Mikowski

5.4.06

Autorretrato


A la intemperie,
se va infiltrando el viento
hasta mi alma.


Haiku: Matsuo Bashö (1644/1694)
© imagen: Luis Mikowski

4.4.06

Los hombres huecos

LM

Somos los hombres huecos
Los hombres rellenos de aserrín
Que se apoyan unos contra otros
Con cabezas embutidas de paja. ¡Sea!
Ásperas nuestras voces, cuando
Susurramos juntos
Quedas, sin sentido
Como viento sobre hierba seca
O el trotar de ratas sobre vidrios rotos
En los sótanos secos
Contornos sin forma, sombras sin color,
Paralizada fuerza, ademán inmóvil;
Aquellos que han cruzado
Con los ojos fijos, al otro Reino de la muerte
Nos recuerdan -si acaso-
No como almas perdidas y violentas
Sino, tan sólo, como hombres huecos,
Hombres rellenos de aserrín.
Thomas Stearns Eliot