2.4.08

2 de abril


Acrìlico: Liliana Muente

Les tocò en suerte una època extraña.

El planeta habìa sido parcelado en distintos paìses, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitologìa peculiar, de pròceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de sìmbolos. Esa divisiòn, cara a los cartògrafos, auspiciaba las guerras.

Lòpez habìa nacido en la ciudad junto al rìo inmòvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminò Father Brown. Habìa estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le habìa sido revelado en un aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caìn, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupciòn los conocen.

El hecho que refiero pasò en un tiempo que no podemos entender.

"Juan Lòpez y John Ward" - Jorge Luis Borges